Un anntitaurino en Latinoamérica - Jordi Casamitjana

ADDAREVISTA 35

Hace un par de años, cuando mi vida diaria en Londres estaba dominada por videos de cazas ilegales de zorros y reuniones con todo tipo de policías británicos, poco me imaginaba que yo acabaría en un viaje antitaturino. No es que yo estuviera desconectado del tema taurino o que la organización de protección animal británica en la que trabajaba entonces (y aún hoy), la League Agaisnt Cruel Sports (Liga Contra los Deportes Crueles), no se hubiera ya planteado la posibilidad de empezar una campaña antitaurina una vez se consiguiera la prohibición de la caza del zorro en Gran Bretaña (que lo hicimos en el 2004 después 80 años intentándolo). No, no era eso. El problema era que, de hecho, no existían ‘viajes antitaurinos’ como tales. La idea de ir viajando de región en región del mundo con el único objetivo de apoyar a la causa antitaurina, parecía más del mundo de política-ficción que de la realidad.

Hoy, por otro lado, ‘viajes antitaurinos’ constituyen una parte integral de mi trabajo. Desde hace unas semanas, con la culminación en Tordesillas de mi último viaje a través de cada autonomía española, se puede decir que me he ‘pateado’ cada región del mundo con una industria taurina, reuniéndome con el movimiento antitaurino, investigando la industria, y, cuando la oportunidad se ofreció, revitalizando el debate publico y ayudando a la causa como pude. Pero todo empezó con el primer viaje en Noviembre 2006, que tenia como objetivo averiguar como estaba la situación en la Latinoamérica, y que me dejo algunas impresiones memorables que voy a compartir aquí.

Con su pasado Inca que ha dejado una huella espectacular arqueológica por todo el país, la impresión de mi visita a Perú no fue privada de misterio y misticismo. Curiosamente, el movimiento antitaurino como tal de Perú empezó en la década de los 90 con la unión de fuerza del único grupo de protección animal de aquella época y varios grupos religiosos y espirituales, no necesariamente cristianos. Esta dimensión religiosa del movimiento tiene su máxima expresión en lo que me encontré en la sede del Centro Cultural Alerno, en la capital Lima. Entre varios pósters y pintadas antitaurinas, como si se tratara de una capilla en una catedral, visitantes se quedan entumecidos por la visión del Cristo Antitaurino. Es como cualquier escultura de Cristo en la cruz a tamaño natural que se usa en procesiones, pero en lugar de espinas cavadas tiene banderillas y el estoque, lleva pantalón de torero, y en lugar de ‘INRI’ la inscripción en la cruz dice ‘ole’. Y sí, como os imaginareis, lo sacan de procesión durante manifestaciones y otros eventos. Claro que este Cristo no esta ‘oficializado’ por la Iglesia, pero solo en el místico Perú uno puede ver estos ejemplos de osadía religiosa que dan la vuelta al debate tauromáquico.

Fue también en Perú donde yo pude comprobar con mis propios ojos lo que me habían explicado al respecto de ‘quien’ va a las corridas en Suramérica. Me habían dicho que las corridas aún se manifiestan como una la materialización de España, como una reliquia viviente de los tiempos del imperio español. Y es cierto. Cuando fui a filmar y a hacer fotografías a una corrida en la plaza de Acho (Lima), fue como si hubiera dejado Perú y entrado en un enclave Andaluz. No solo la comida, la bebida y la música eran españolas, pero la gente parecía española también, no solo por la fisonomía y el vestido, pero incluso su acento (el Peruano tiene una fisonomía y acento andino muy distinguible). El público, o era español de genes, de cultura o de voluntad, y algunos de ellos que ‘zezeaban’ en la plaza recuperaban su eses andinas al salir de ella, demostrando como la tauromaquia en América no es más que otro contaminante cultural de los que se tienen que eliminar, y que puede alcanzar niveles insospechados de ridiculez.

Además del ‘españolismo’ de la tauromaquia, el otro elemento común asociado con las corridas en Sudamérica es el elitismo. En ningún país se ve esta asociación mas clara que en Ecuador. Durante las fiestas del Dios del gran Poder de la capital Quito, la ciudad se llena de publicidad taurina. Pero no es como en España, donde esta se basa en los pósters clásicos que se ven en las paredes. En Quito, son anuncios gigantes como los de perfume o coches de lujos, y como estos e ven más en aeropuertos y lugares donde la gente de dinero frecuenta. No hay duda que la industria taurina en Ecuador es poderosa y se puede gastar dinero en estos anuncios, pero por otra parte el aumento de anuncios en los últimos años también indica que la necesidad de publicidad para reclutar nuevos aficionados, ya que en Ecuador, como en cualquier parte, la industria esta sufriendo una crisis de asistencia. Esos anuncios también son una prueba de una de mis conclusiones mas importantes de mis viajes antitaurinos: la industria taurina es internacional, y como tal se tiene que combatir internacionalmente. En efecto, los toreros que yo vi anunciados en esa publicidad eran los mismos que yo he visto anunciados por todo el mundo, ya que cuando la temporada acaba en Europa empieza en América, y los toreros se van ahí para seguir cobrando por torturar.

Quizás el país menos taurino en Latinoamérica (de los países que tienen una industria taurina, claro) es Venezuela, y un buen ejemplo de ello es lo que representa mi impresión más memorable de mi visita: el Nuevo Circo. Contrariamente a lo que el nombre indica, esta es la plaza de toros de Caracas. Lo mejor de ella no es el hecho que hay hierba creciendo en la arena ya que hace muchos años que no se ha usado para corridas no ningún notro tipo de espectáculo (una capital de país sin plaza de toros ya te indica mucho de ese país), sinó que ahora se esta reconstruyendo para usarse solo para espectáculos culturales que no incluirán crueldad a animales. Fue una bocanada de aire fresco aprender que la organización encargada de organizar las actividades futuras del local una vez reconstruido es la ‘Fundación Nuevo Circo’, que esta formad por gente joven, y todos antitaurinos.

No hay duda la impresión mas particular de mi viaje a Colombia es haber conocido a Álvaro Munera (‘El Pilarico’), un torero arrepentido que, desde su silla de ruedas que tiene que usar desde que una cornada le dejó paralítico en los años 80, se ha convertido en uno de los líderes del movimiento antitaurino de la ciudad de Medellín. Las conversaciones con él me ayudaron a entender mucho mas en detalle la industria taurina y como se trasforma a un niño inocente en un matador. También él es un ejemplo de movimiento antitaurino colombiano, uno de los mas prolíficos y con mas experiencia de Latinoamérica, que a la vez tiene que batallar una industria taurina poderosa (el presidente del país fue novillero) y bien organizada. Todo en un clima en el que paramilitares de ultraderecha y narcotraficantes defienden su ‘fiesta’ con armas de fuego.

Méjico es, sin ninguna duda, el país más taurino de América, y no me estañaría que, si consideramos el país en su totalidad, quizás ahora sea el país más taurino del mundo. Aunque la plaza de toros mas grande del mundo que está en México City (símbolo de una industria que tiene detrás a la persona mas rica del mundo, Carlos Slim Helú) pudiera haber dejado mi impresión mas memorable, lo que mas recuerdo es Aguascalientes, el bastión de la tauromaquia mejicana. No son sus dos plazas, los monumentos, las camisetas, ni nada de eso lo que me llamó la atención. Fue el programa de televisión local que ví en mi hotel por la noche. Era un programa taurino en la que comentaristas estaban discutiendo ‘el porqué’ de la crisis de asistencia en Aguascalientes. Allí y entonces me di cuenta que la crisis de la industria es internacional, y que ni los taurinos mismos saben como solucionarla ya que viven en su pequeño mundo cerrado y no se dan cuenta de cómo ha cambiado la humanidad. Allí, en un hotel taurino de una ciudad taurina de un país taurino, me di cuenta que la victoria del movimiento antitoreo es inevitable, y ya no es una cuestión de si pasará o no, pero de cuando.

Volví de América con una clara conclusión de que el movimiento antitaurino (que está presente en todas partes) está creciendo y la industria taurina está en crisis, pero también de que nuestra lucha será ardua y duradera, y que tenemos que trabajar mucho para unirnos y nutrir el movimiento hacia su madurez. Tenemos que resistir los ataques de una industria que, aunque en crisis, sigue siendo poderosas y tiene muchos dientes para morder, especialmente cunado se siente amenazada.

En un mundo con Internet, vuelos baratos, videocámaras y protección animal en la agenda de algunos (no muchos) políticos, el movimiento antitaurino del mundo ya no es simplemente la suma de las actividades de grupos antitaurinos locales, pero algo más. Mis viajes, la primera cumbre intercontinental antitaurina que se celebró en Lisboa en mayo, el incremento de presencia internacional en manifestaciones importantes como la de Barcelona o Tordesillas, etc., todo apunta hacia la idea de que el movimiento ya es una entidad internacional, que como tal es capaz de enfrentarse y vencer a una industria internacional. Esa es mi impresión, y espero que se contagie.

 

Ong ADDA   -Diciembre 2007


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